¿Alguna vez te ha sucedido que de pronto tu vida cambió de un día para otro, que tus proyectos, relaciones o negocios dieron un giro totalmente inesperado?
¿Cómo lo tomaste? ¿Te abriste a la vida en todas sus manifestaciones,
o ,
por el contrario,
te hundiste en el mar de las lamentaciones?
A mí me ha sucedido un par de veces…
La primera a los 21 años cuando me detectaron que tenía un tumor en el cerebro y necesitaba operación urgente. Me tomó quince años reponerme después de dos cirugías.
La segunda fue cuando me quedé sola con mis dos hijos, sin casa, sin comida, sin dinero, en un país extranjero.
En ambos casos, el cambio se dio literalmente de un día para otro…
¿Me hundi? No.
¿Lloré? Sí, por supuesto, soy humana. Pero sólo un par de horas para darle gusto a mi mente.
¿Qué hice luego?
Seguí caminando…
Algo interesante que veo es que en ambos casos sentí que el mundo a mi alrededor se derrumbó.
Creo que esta perspectiva es importante porque jamás me sentí yo derrumbada. Fue lo que estaba a mi alrededor.
Pase lo que pase yo siempre estoy entera, es mi visión que viene de mi codificación interna. Sé que esto no es para todos igual. Cada ser es único y diferente.
A los 21 años tenía sueños, proyectos de vida que hoy sé no tenían nada que ver con quien verdaderamente Soy.
A mis 45 años también tenía proyectos que más era lo que me estresaban, agotaban y enfermaban, y que tampoco tenían que ver con mi Ser.
Hoy, viendo en retrospectiva, me doy cuenta que, sin querer queriendo como decía el chavo del ocho o sin saber sabiendo como digo yo, abracé el cambio y disfruté de lo inesperado, de lo nuevo, de lo no planeado, supe aceptar con humildad lo que la vida me trajo, aunque todo parecía haber sido una desgracia.
Hoy sé que la vida nos trae lo que necesitamos, a las “buenas o a las malas”, pero que al no “verlo” no lo sabemos recibir.
Nuestra mente nos hace creer que todo es duradero y que las situaciones, relaciones, negocios, son duraderos, cuando lo único verdaderamente duradero es el cambio.
Construimos mentalmente una durabilidad inexistente y nos aferramos a ello. A una idea y dejamos de apreciar lo real.
Hoy puedo ver claramente que todo en el universo está en constante cambio y que cuando tenemos esto claro entonces ya no somos sorprendidos.
Además de estar abiertos al cambio es también necesario que estemos abiertos al proceso de los cambios siguiendo nuestra sabiduría interior. Y simplemente disfrutarlo. Así disfrutamos la vida misma.
Me encanta ver el cambio y el proceso que trae consigo.
Amo la vida. ¿Y tú?