Cuando hablamos de espiritualidad, creemos que hablamos de algo “celestial, mágico, sobrenatural”, etc…
De algo alejado del materialismo.
Me he dado cuenta que tenemos muchas ideas preconcebidas y condicionantes acerca de la espiritualidad.
Sin embargo, la espiritualidad es tan intrínseca en nosotros como lo es el materialismo.
Somos tan espirituales como materiales.
La sabiduría popular dice “barriga llena, corazón contento”.
El cual también refiere a la relación existente entre materialismo y espiritualidad.
Permíteme preguntarte, ¿Cómo te sientes cuando tienes hambre y no logras saciarlo?
¿Cómo te sientes cuando saciaste tu necesidad de alimentarte?
Por otro lado, ¿Cómo está tu espíritu cuando te pones un vestido, traje o zapatos que te gustan y te quedan bien?
No estoy diciendo que te llenes de vestidos o de zapatos o de carteras o cosas que no necesitas o que no te sirven.
Tampoco que alimentes avaricia. Eso es otro tema.
Estoy hablando de satisfacer tus necesidades para vivir en este plano terrenal de manera cómoda, agradable.
Cuando satisfaces tus necesidades también alimentas tu espíritu.
¿Eres consciente de lo que realmente necesitas?
Cuando tienes lo que necesitas, sea comida, vestido, vivienda, trabajo o negocio adecuado, escuela para tus niños, una parroquia cercana, etc. tu espíritu está gozoso.
¿Alguna vez viste a alguien llorar por ponerse un vestido nuevo o por alimentarse con un delicioso plato que alimenta su cuerpo?
¿Alguna vez oíste a alguien quejarse porque su comunidad cuenta con un parque para los niños, una escuela bien equipada o centros de sano esparcimiento?
Claro que no, ¿verdad?
Una nación que no cuenta con un buen manejo de recursos genera insatisfacción.
¿Por qué?
Porque el mal manejo es sinónimo de carencia, con lo cual el espíritu de sus habitantes no está siendo alimentado.
El espíritu quiere ver y el materialismo quiere gozar.
Cuando tus necesidades materiales, tanto personales como comunitarias, son satisfechas, hay abundancia en tu vida (comunidad o nación) y tu boca lo habla.
En la Biblia existe un versículo que dice “de la abundancia del corazón habla la boca”.
He comprendido que este versículo refiere claramente a la relación entre el materialismo y la espiritualidad.
El corazón representa lo material, lo que queremos y necesitamos para vivir en el plano terrenal, tanto a nivel individual como colectivo.
La abundancia refiere a la satisfacción de nuestras necesidades materiales.
“Habla la boca” quiere decir la expresión de gozo de nuestro espíritu que se dibuja en nuestros labios.
Materialismo y espiritualidad son dos caras de una misma moneda. No las podemos separar.
Ideas sobre espiritualidad son solo ideas, no es espiritualidad. Tampoco imágenes como se nos quiere vender o hacer creer.
La espiritualidad se vive no se piensa ni se razona.
El materialismo se manifiesta y se goza. Tampoco se piensa ni se razona.
¿Cuántas veces por condicionamiento nos privamos de satisfacer nuestras necesidades materiales acordes a nuestro Ser?
¿Cómo está nuestro espíritu cuando hacemos eso?
Por experiencia propia te puedo decir que está “por los suelos”;
Es decir, hay insatisfacción.
Durante muchos años de mi vida relacioné la espiritualidad con la falta de bienes materiales.
Tenía la “idea” de que una persona espiritual era carente de materialismo. ¡Muy ilusa yo!
Un día me di cuenta de lo equivocada que estaba y de lo mentirosa que era conmigo misma.
Ya que cada vez que me compraba un vestido o le compraba ropa a mis hijos o los alimentos que yo quería me sentía gozosa.
Incluso, buscando una mejor oportunidad para mi hija emigré a los Estados Unidos.
Y como yo, muchas otras personas, tratando de satisfacer sus propias necesidades para su gozo de espíritu.
También comprendí que cada uno de nosotros tenemos nuestras propias necesidades materiales.
De la misma forma en que tenemos nuestro propio camino, nuestras propias características y procesos de vida.
Lo que mi Ser necesita no es lo mismo que tu Ser necesita.
Por lo que, si alguien vive su abundancia en un castillo y otro en una modesta casa, y ambos están gozosos, ambos son espirituales.
En ambos casos su espiritualidad es abundante.
Nuestro corazón quiere, y nuestro espíritu se goza con ello.
¿Qué quiere tu corazón?
¿Cómo manifiestas tu gozo de espíritu?
Honremos lo que quiere nuestro corazón para satisfacer nuestras necesidades tanto materiales como espirituales.
No permitamos que nuestra mente interfiera en este proceso.
Un corazón satisfecho es un corazón lleno de alegría, abundante de espiritualidad.
Materialismo y espiritualidad son dos caras de una misma moneda.